Un año y medio después del brote de la pandemia en la que nos vimos envueltos, la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, y la empresa InsectSense han completado un estudio bioveterinario en el que han descubierto que las abejas pueden reconocer el Covid-19 por el olor.
Ya en junio de 2021, una empresa británica creó un dispositivo capaz de reconocer los cambios metabólicos de una persona infectada por el virus Sars-Cov-2, pero los resultados no fueron satisfactorios. Ahora, la universidad holandesa ha dado un paso adelante en colaboración con InsectSense (una start-up que siempre se ha preocupado de analizar el comportamiento de los insectos en función de los distintos estímulos a los que se ven sometidos) utilizando abejas. De hecho, como informan los autores del experimento, “cuando una persona contrae el virus, se producen cambios metabólicos en su cuerpo que modifican su olor. Los humanos no pueden reconocerlo, pero los insectos sí.
Al igual que los perros del famoso médico conductista Ivan Pavlov habían aprendido a asociar un estímulo sonoro con la posterior llegada de comida, estas abejas fueron entrenadas para reconocer “el olor del coronavirus” de un ejemplar infectado por el mismo método, a cambio de una recompensa en forma de agua y azúcar que absorben sacando sus pequeñas lenguas. Con la repetición, aprendieron a recordarlo y ahora son capaces de reconocerlo en cuestión de segundos incluso sin recompensa. Son más rápidos que un hisopo de antígeno.
Los científicos aseguran que este método podría ser muy eficaz y seguro si se utilizaran más abejas al mismo tiempo, ya que esto aumentaría el número y la precisión de los datos recogidos.
Además, los científicos que participaron en el experimento están desarrollando “LumiNose”, un prototipo de biochip que puede reproducir el mecanismo por el que las abejas identifican los olores. Dado que una persona que contrae ciertos tipos de enfermedades altera su olor, el del sudor y el de la saliva, este prototipo podría utilizarse en el futuro para el diagnóstico precoz.
Todo está por evaluar, pero de momento es una excelente noticia si pensamos que las abejas no son los únicos insectos capaces de reconocer y recordar los olores. Sólo es cuestión de enseñarles a hacerlo. Sin embargo, cabe una última reflexión. Muchos se han preguntado hasta qué punto el estudio es favorable a las abejas. Los científicos responden a esta pregunta asegurando que existe un gran respeto por la inteligencia de estos diminutos insectos; sin su capacidad mnemotécnica y receptiva, no se habría concluido nada. Quieren destacar su profunda devoción por lo que crea la naturaleza. Como dice uno de los investigadores, “durante años hemos invertido negativamente en la naturaleza, explotándola. Ahora intentamos aprovechar todo lo positivo que nos puede aportar. Las abejas aprenden tan rápido que sólo necesitamos unas pocas sesiones y luego las dejamos ir. No queremos mantenerlos en un laboratorio durante toda su vida, no somos ese tipo de científicos”.